Hay que luchar contra la extrema derecha y por medidas concretas de clase
La repetición electoral del 10 de Noviembre en el Estado español tiene una primera y clara consecuencia: el impulso de la extrema derecha de Vox, que pasa de 24 a 52 escaños, cuando en 2016 no tenía ninguno. En la derecha el Partido Popular también aumenta su representación pasando de 66 a 88 escaños. PP y Vox suman así 49 escaños más, casi los mismos que se deja Ciudadanos, que pierde 47. No estamos por lo tanto ante un gran cambio de amplias capas de la sociedad de la izquierda hacia la derecha, sino que es el campo de la derecha el que se polariza en una dirección más radical.
Por otra parte, podemos ver como la polarización ha dado también como resultado que en Catalunya los partidos independentistas han aumentado su representación proporcional frente a los no independentistas. Se produce además un claro trasvase de votantes de Esquerra Republicana a la CUP. En el País Vasco suben también las formaciones nacionalistas como el PNV y Bildu, que ganan un escaño más.
Auge de Vox
¿Por qué se produce justamente ahora la radicalización de la derecha española? La primera causa está sin duda en el agravamiento de la crisis en Catalunya. La ofensiva ideológica que acompaña la escalada en la represión del estado y la opresión nacional en Catalunya se expresa en una exaltación del nacionalismo español en el resto del estadol. No es algo radicalmente nuevo, ya que el Partido Popular y Ciudadanos han competido en los últimos 3 años por ver quién proponía medidas más radicales contra el amplio movimiento independentista. Además, han pactado gobiernos con Vox en regiones como Madrid, Andalucía y Murcia, en lugar de aplicar un cordón sanitario, como sucede en países como Francia o Alemania. Una vez más queda claro que es la derecha teóricamente liberal la que, ante una crisis de Estado, prepara el terreno y la agenda para la ultraderecha fascista.
De la misma manera, el discurso de Vox no es radicalmente nuevo. De hecho, entronca con las posiciones del rancio franquismo español. Esta es otra de las causas del ascenso de la ultraderecha española. Los pactos de silencio y las leyes de amnistía de la transición pretenden blanquear el carácter fascista del régimen franquista, que solo pudo llegar al poder con la ayuda de Hitler. El discurso revisionista de los líderes de Vox, que iguala al bando franquista y al bando republicano, no ha tenido problemas para imponerse: ya era el discurso oficial del establishment político español y del sistema educativo
La tercera causa del ascenso de la ultraderecha hay que buscarla en la clara derechización de la dirección del PSOE. Si en 2017 el PSOE celebraba su 39º Congreso bajo el lema “Somos la izquierda”, en esta campaña electoral Pedro Sánchez ha buscado presentarse como un presidente autoritario capaz de imponer orden en Cataluña, compitiendo con los partidos de derecha en un terreno muy peligroso para la democracia.
Pero además de estos factores, tenemos también que mencionar que Unidas Podemos ya no se presenta como un partido de ruptura con el régimen del 78 y con los poderes establecidos. Sus continuas reivindicaciones de la Constitución del 78, su postura equidistante sobre Catalunya, pidiendo la negociación entre el movimiento y el gobierno central que lo reprime brutalmente, y sobre todo la desaparición en su programa de las medidas más radicales a favor de la clase trabajadora, supone que ya no captura como anteriormente el voto de protesta, alimentando a la abstención. Esto deja más camino libre a Vox, sobre todo en comunidades donde el discurso anticatalanista ha calado más.
¿Qué deben hacer ahora la izquierda y los activistas del estado español? En primer lugar, aprender de nuestros compañeros en países como Grecia, Alemania o Francia, donde la nueva ultraderecha tiene una larga tradición y gran implantación en las instituciones. En Grecia por ejemplo el incansable trabajo de las organizaciones antifascistas ha llevado a la pérdida de apoyos de Amanecer Dorado.
A diferencia de estos países en el estado español las redes de activistas antifascistas aún son débiles. La izquierda tiene un importante trabajo por delante: crear y potenciar estas redes para librar una batalla cultural. El proto-fascismo ha conseguido una importante representación institucional. Su siguiente paso es conquistar también esas posiciones en las calles y es ahí donde debe encontrarnos enfrente, movilizando el poder de la clase trabajadora por una alternativa solidaria e internacionalista. En esta batalla el papel de una organización internacional con una amplia experiencia en combatir el fascismo es clave.
Desbloqueo político
La otra gran consecuencia de las elecciones ha sido el rápido preacuerdo que han alcanzado PSOE y Unidas Podemos, menos de 48 horas después de las elecciones, para un gobierno de coalición. Esta fue una noticia que han recibido positivamente millones de trabajadores y jóvenes. Por una parte, se cierra el paso en el campo institucional a una posible coalición de las tres derechas, el llamado “trifachito”, coalición que por ejemplo está gobernando ya en Murcia, Andalucía o la Comunidad de Madrid, con Vox influyendo decisivamente estos gobiernos, aunque los apoye desde fuera.
Pero por otra parte también muchos trabajadores demandan que se empiecen a tomar medidas a favor de nuestra clase, después de una crisis económica brutal a partir de 2008 de la que no nos hemos recuperado ni en cuanto a número de empleos ni en cuanto a las condiciones, mucho más precarias, de los empleos que se han creado, ni en cuanto a nivel de inversiones en los servicios públicos.
El preacuerdo que PSOE y Unidas Podemos han firmado, toma en parte estas demandas, pero leyendo con atención los puntos 1 al 9 no son mucho más que declaraciones de buenas intenciones en diferentes asuntos (cambio climático, discriminación a la mujer, precariedad, servicios públicos, etc.) pero sin casi ninguna medida concreta, lo que podría significar que las medidas reales tomadas por el futuro gobierno estén muy descafeinadas y sean inefectivas.
Pero el punto 10 es aún más revelador al señalar que el gasto público debe cumplir con “los acuerdos de responsabilidad fiscal de España con Europa”. Esto sí se recoge sobre el papel, al contrario que políticas sociales concretas y supondría que Podemos se ata completamente al control del déficit presupuestario, incluyendo la imposición de nuevos recortes por parte de la Unión Europea.
Inestabilidad
Un gobierno PSOE-UP puede servir para desbloquear meses de gobierno en funciones e incertidumbre política, pero esto no significa que este no se enfrente a grandes tensiones o a que pueda acabar con éxito la legislatura.
Por una parte, el gobierno estará lleno de contradicciones entre un PSOE plenamente capitalista en su dirección, que no va a conceder con facilidad mejoras a la clase trabajadora que vayan en contra de las grandes empresas del estado. Cualquier conquista social no se conseguirá simplemente por una negociación en los despachos entre PSOE y UP, sino porque la clase trabajadora sea capaz de forzar al gobierno a estos cambios, como ocurrió anteriormente con las subidas de pensiones, o con una subida importante del salario mínimo que sin duda está en relación con la huelga feminista del 2018.
Pero un factor mucho más explosivo es la situación en Catalunya. PSOE y Podemos han acordado ir hacia una salida negociada “dentro de la Constitución” y habrá intentos de realizar concesiones en negociaciones con JxC y ERC. Sin embargo, el movimiento no aceptará que se rebajen sus demandas por la autodeterminación y la república independiente, lo que generará fuertes protestas. Estas tensiones ya se están notando, por ejemplo, en las dificultades que está encontrando PSOE hasta ahora en sus intentos de acuerdo con ERC para que se abstenga en la investidura. Por otra parte, podemos seguir esperando, sobre todo si hay algún tipo de concesión por mínima que sea, el mismo discurso reaccionario de PP, Vox y Ciudadanos, pidiendo medidas de represión contra el movimiento. Ya en la Asamblea de Madrid se ha aprobado una proposición pidiendo la ilegalización de los partidos independentistas y la inclusión de los CDR en la lista de organizaciones “criminales y terroristas” de la UE.
El movimiento por la independencia en Catalunya no va a aceptar fácilmente abandonar la lucha y seguirá enfrentándose decididamente contra la represión que representa el régimen del 78, apoyado por la burguesía española y catalana. Toda la izquierda, no solamente en Catalunya sino en todo el estado, debe apoyar abiertamente el derecho de autodeterminación de Catalunya y unirse a la lucha en las calles para conseguirlo. Unidas Podemos no puede tener dos caras. No basta con que Iglesias y Garzón digan que defienden el derecho de autodeterminación en teoría y que no están de acuerdo con los encarcelamientos, pero que, por otro lado, hay que respetar la ley y la constitución. Hay que oponerse al régimen de 78 y a sus leyes corruptas. Lo que se ha ganado con la lucha sólo puede ser defendido en las calles a través del poder de los trabajadores.
¿Es la coalición de gobierno la única solución?
PSOE ya cuenta con una nefasta trayectoria de recortes, y privatizaciones, incluyendo la Reforma Laboral de 2010 y la subida de la edad de jubilación a los 67 años. Los cargos ministeriales y los escaños en el gobierno de Iglesias y compañía no van a suavizar el programa y el carácter procapitalista de PSOE. Unidas Podemos, por lo tanto, debería haber peleado durante las negociaciones por medidas concretas a favor de la clase trabajadora, incluyendo garantías contra los recortes y en defensa de los servicios públicos. Y solamente se puede luchar por estas garantías en las calles y en los centros de trabajo.
Si en lugar de entrar en una coalición de gobierno, Unidas Podemos hubiera acordado un apoyo a la investidura de Sánchez a cambio de la implementación de medidas radicales a favor de la clase trabajadora, podría haber mantenido su independencia del PSOE y desmarcarse de cualquier política antisocial y antidemocrática que el gobierno pueda aplicar, incluyendo ataques al movimiento proindependentista en Catalunya como una nueva aplicación del artículo 155. Que el gobierno de coalición intente aplicar estas políticas deslegitimaría completamente a UP ante los ojos de muchos trabajadores, además de poder ser el detonante de divisiones y escisiones en Podemos. Por lo tanto, es crucial que si PSOE intenta implementar alguna de estas medidas UP dé por terminado el gobierno de coalición, y sus militantes de base deben estar atentos y luchar decididamente contra la participación de UP en un gobierno que aplique estas medidas.
Otro argumento para que Unidas Podemos no entre en la coalición de gobierno con PSOE es el peligro que representa que este gobierno de coalición no represente cambios reales para la clase trabajadora, y que a la vez Vox se presente como la oposición principal a este gobierno, dejándole aún más espacio político. En cambio, si UP no entra en el gobierno le permite ser su oposición desde la izquierda, y reconstruir su política a través de la lucha en las calles, en lugar de centrarse solamente en el trabajo dentro de las instituciones.
Para luchar por verdaderas medidas en favor de la clase trabajadora, toda la izquierda necesita unirse, incluyendo a Bildu, la CUP y los militantes de base de Unidas Podemos y del movimiento sindical, para luchar por un programa social radical que se oponga a todas las medidas de austeridad y por un gobierno que luche por los intereses de la clase trabajadora y los derechos democráticos de todos. Solamente una lucha como esta puede cortar de manera efectiva a la extrema derecha de Vox y su política reaccionaria, racista y sus pretensiones fascistas. Desafortunadamente, nos tememos que la coalición de gobierno probablemente dará lugar a un compromiso por parte de Unidas Podemos con el programa capitalista del PSOE y que, como consecuencia, podría perder credibilidad como alternativa al “establishment”. Por eso debemos construir desde las bases un polo de atracción revolucionario, socialista y anticapitalista.